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Energías no convencionales, claves para electrificar la economía

Las energías renovables no convencionales ayudarán a potenciar la solidez de nuestro sistema y a aumentar el consumo de energía eléctrica.

Somos un país privilegiado por nuestra ubicación geográfica. La riqueza en cuerpos de agua de nuestros valles y montañas nos ha permitido consolidar una de las matrices energéticas más limpias, confiables y sostenibles del mundo, a partir de la generación hidroeléctrica. Y ahora, cuando el mundo da un decidido giro hacia las Fuentes No Convencionales de Energía Renovable (FNCER), contamos con un potencial único para explorar.

Hay que partir de un principio esencial: la generación eléctrica en Colombia ya es renovable, y siempre lo ha sido. La oferta hídrica de nuestro país es seis veces superior al promedio mundial y tres veces mayor que la de Latinoamérica, con alrededor de 737.000 cuerpos de agua en todo el territorio, según datos del Ideam. Se trata de una fortaleza que hemos sabido aprovechar con eficiencia, hasta el punto de convertirla en la gran plataforma que nos ha proporcionado una base de solidez y confiabilidad para promover la evolución de nuestro sistema eléctrico.

Hoy, producimos el 70 por ciento de nuestro consumo eléctrico con agua, por lo cual el sector de generación solo es responsable por el 2,6 por ciento de las emisiones de todo el país, unos 85,9 gCO2/kWh en el 2017. Se trata de un valor bajo si se compara con el promedio mundial, que supera los 506 gCO2/ kWh, o el de los países de la Ocde, de 404 gCO2/kWh. El factor de emisión del sector generación se sitúa 82 por ciento por debajo del promedio mundial y 73 por ciento menor que los países pertenecientes a la Ocde, en emisiones de gCO2 eq/kWh.

En términos prácticos, esto representa una ventaja competitiva para el país en el proceso de transición energética que atraviesa el planeta. Significa que Colombia no tendrá que pasar por el costoso proceso que han acometido los países comprometidos con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), puestos a la tarea de limpiar sus fuentes de energía.

Porque también es importante situar esta transformación en el marco de un contexto global que ha cambiado profundamente en los últimos años, con importantes implicaciones loca- les. El reto para los 193 países que se han comprometido con los ODS es limitar el calentamiento global a 2 °C o menos, lo cual requiere una reducción sustancial de las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y un cambio en el paradigma de cómo se suministra y utiliza la energía en todo el mundo. Un desafío que pasa por la 'descarbonización' de la economía y su electrificación y repensar los sectores productivos para migrar del consumo intensivo de combustibles fósiles hacia un mayor consumo de energéticos limpios.

Es en este propósito que nuestro potencial con las FNCER entra a jugar un papel decisivo. Tenemos, como pocos países, mucha tela por cortar: la electricidad en el país tan solo representa el 17 por ciento del consumo energético final. El colombiano promedio consume tan solo 1,23 MWh de energía eléctrica al año, un nivel considerablemente inferior al de países como México, Chile y Brasil, que tienen un consumo de energía eléctrica per cápita dos y tres veces mayor. Contamos, además, con un potencial para producir 2,5 veces más energía de la que se consume actualmente en todo el país.

Una vez ponemos todos los elementos sobre la mesa, es fácil ver cómo encajan todas las piezas. Por un lado tenemos la necesidad y oportunidad de aumentar nuestro consumo de energía limpia y, por el otro, contamos con un potencial de energías renovables que se ha estimado en más de 135 GW, y que están listos para ser desarrollados.

Los altos niveles de radiación solar y la potencia de los vientos en algunas zonas del país son una realidad palpable a la espera de ser aprovechados para aumentar la complementariedad y solidez de nuestro sistema, que ostenta el puesto 16 en el escalafón global de sostenibilidad medioambiental del Consejo Mundial de Energía. Tan solo por mencionar un ejemplo, en la región Caribe los niveles de radiación solar llegan a 5 kW/m2/ día, que resultan ideales para la generación de energía solar fotovoltaica. Según la UPME, el país cuenta con un potencial futuro de unos 33 GW solo en esa zona.

La incorporación de más proyectos de energía solar es el camino por recorrer en un sector fuertemente afincado en el respeto del medioambiente y el aprovechamiento óptimo de nuestros recursos naturales. Es además una de las claves para expandir la electrificación de la economía, avanzar en la sustitución de hidrocarburos y la mitigación de las emisiones de GEI.

Estamos a las puertas de dar un paso significativo para hacer realidad esa promesa que nos deparan las renovables no convencionales: potenciar la solidez de nuestro sistema y aumentar el consumo de energía eléctrica y sus beneficios. La reciente subasta de contratación a largo plazo de energía demostró un prometedor interés por parte de los agentes del mercado para lograrlo, y dejó constancia de la disposición de grandes inversionistas por desarrollar proyectos de energías no convencionales en nuestro mercado. Todo está dado para que nuestro sector vea la luz de una nueva era.

Fuente: Portafolio